La aromaterapia consiste en utilizar aceites esenciales con fines terapéuticos. A través de distintas técnicas, estos se utilizan para corregir desequilibrios energéticos y problemas físicos, mentales y emocionales.
Los aceites esenciales son sustancias fragantes y volátiles producidas por las plantas.
Los egipcios importaron de tierras lejanas incienso, sándalo, mirra y canela, cambiando incluso perfumes por oro. Las esencias eran utilizadas en medicina, para la conservación de los alimentos, en la cocina, religión y magia.
Plinio, en su Historia Natural, registró la receta de un perfume egipcio que fue utilizado en la época grecorromana, el “metopium” formado por cardamomo, junco, caña, miel, vino, mirra, gálbano y terebinto entre otros elementos.
Los sumerios y babilonios conocían el incienso y lo utilizaban ofrendándolo a Inanna e Ishtar respectivamente. Los más comunes eran los inciensos de enebro, cedro, pino, ciprés, mirto y cálamo entre otros.
Los griegos creían que las esencias frescas ayudaban a conservar la salud física. El empleo más conocido de plantas aromáticas por los griegos fue la práctica de coronar a los campeones olímpicos con guirnaldas de hojas de laurel fuertemente aromáticas.
La función de la aromaterapia a lo largo de toda la historia siempre ha sido la misma: el contacto espiritual con la divinidad, atraer el amor o la pareja, elevar la excitación sexual, purificar el cuerpo antes de los rituales, curar enfermedades y proteger contra energías negativas.
TÉCNICAS AROMATERAPÉUTICAS
Baños: de este modo el aceite esencial penetra a través de la piel y también por inhalación. Puede utilizarse en bañera, en baños de pies y manos, en baños de asiento o en la ducha. En este último caso habría que prolongarla el tiempo suficiente para que el aceite hiciera su efecto.
Compresas: muy indicadas para picaduras de insectos, artritis, dolor menstrual o de estómago, cefaleas, torceduras y venas varicosas; frías si hay inflamación o calientes en caso de dolor.
Gargarismos y enjuagues: dolor de garganta, afonía y resfriado de pecho pueden combatirse con este método, vertiendo aceites esenciales antibacterianos y sedantes en un vaso con agua dos veces al día.
Bebidas: en este caso sólo pueden utilizarse aceites esenciales orgánicos y siempre con la intervención de un profesional aromaterapeuta que le indique cuál y en qué dosis debe tomarlo.
Masaje: recibir un masaje de manos expertas es una experiencia relajante que se puede intensificar con el uso de aceites esenciales.
LOS AÑOS DEL OCASO
“Ser un joven de setenta es más alentador que ser un viejo de cuarenta” On the 70th Birthday of Julia Howe, de Oliver Wendell Holmes (1809-1894).
Durante el proceso de envejecimiento, la circulación se hace más lenta y las células corporales no se nutren ni eliminan las toxinas con tanta rapidez. En consecuencia, aparecen ciertos trastornos circulatorios. A medida que la digestión se hace más lenta y los músculos del intestino se debilitan aparece el estreñimiento debido a la ausencia de fibra o a la toma de medicaciones. La regeneración celular se hace también más lenta, la piel se seca y debilita y el cabello se vuelve más fino. Debido a este proceso de deterioro los órganos de todos los sistemas son más propensos a contraer enfermedades comunes, a veces difíciles de curar. Los ancianos son más vulnerables a los resfriados y gripes. Las articulaciones se vuelven menos flexibles y los músculos más propensos a las inflamaciones.
Los efectos secundarios de los medicamentos son los causantes de muchos malestares que aparecen en la vejez y esto puede convertirse en un círculo vicioso pues se prescriben nuevos medicamentos para tratar los efectos secundarios del fármaco original que a su vez también producen malestar.
Durante los años del ocaso, dispondremos de más tiempo para cuidarnos y es pues el momento oportuno para usar los aceites esenciales y prevenir enfermedades propias de la vejez:
Trastornos circulatorios y varices: lociones de manos o corporales de limón, romero o salvia. También aceites disueltos en agua y vaporizados en la zona afectada si al tacto resultan dolorosas.
Artritis, reumatismo y osteoartritis: mediante lociones y compresas de clavo, lavanda, manzanilla romana, mejorana, niaulí y romero aliviará el dolor y la inflamación.
Asma bronquial y bronquitis: frotarse el pecho con mejorana, menta piperita, niaulí, pino o romero.
Gripe: gargarismos, inhalaciones, baños o aplicaciones con ciprés, eucalipto, limón y pino.
Indigestión: aplicar en el abdomen aceites de albahaca, limón, mejorana, menta piperita, naranjo amargo y romero.
Estreñimiento y diverticulitis: jengibre, mandarina, naranjo amargo y romero.
Diarrea: geranio, limón, mejorana, niaulí y menta piperita.
Incontinencia: tomados en infusión ciprés y limón.
Cefaleas y migrañas: añadir los aceites a su crema hidratante diaria o bien en compresas frías con lavanda, manzanilla romana, mejorana, melisa, menta piperita y romero.
Insomnio: albahaca, lavanda en dosis pequeñas ya que un exceso produce el efecto contrario, limón, manzanilla romana, mejorana y melisa.
Demencia y Alzheimer: albahaca, clavo (estimulador mental), mejorana, menta piperita y romero.
Parkinson: lavanda (antiespasmódico), mejorana, romero y salvia romana.
Estrés: limón, manzanilla romana, melisa e ylang-ylang.
Depresión: albahaca, enebro, incienso, menta piperita, neroli, niaulí, pino y romero.
Pérdida del apetito sexual: Otto de rosa e ylang-ylang.
Es muy importante que se tengan en cuenta una serie de precauciones antes de utilizar los aceites esenciales: informarse a través de personas expertas o de libros especializados, utilizar aceites de reconocida calidad (herboristerías y tiendas de dietética) normalmente diluidos y en las dosis adecuadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario