En el año 1886 nace en Inglaterra Edward Bach, doctor en
medicina por la Universidad de Birmingham y que siempre persiguió la idea de
que en el tratamiento del enfermo, tiene más importancia su estado emocional
que el cuerpo. Comprendió que la visión que tenga el paciente de la vida, sus
emociones, sus patrones mentales, sus errores, sus motivaciones, son los
condicionantes que determinarán la evolución de la enfermedad. En todos los
casos comprobó que los enfermos que tienen alicientes mejoran mucho antes que
los tristes y deprimidos.
Después
de pasar por la medicina alopática (la que entendemos como occidental) y
descubrir además dentro de la disciplina homeopática 7 vacunas intestinales que
todavía hoy se utilizan con éxito, el Dr. Bach inició una investigación para
lograr un tipo de cura que sobre todo, no fuera agresiva hacia el paciente y
fuera totalmente natural, sin productos químicos que alteraran la naturaleza
del ser humano.
Entre
los años 1930 y 1935 el Dr. Bach
descubre y prepara lo que sería su gran obra maestra, que podría ser definida
como una medicina holística, energética, que extrae su energía curativa de 38
elixires florales de plantas y árboles, predominantemente silvestres. Su
eficacia, carencia de contraindicaciones y efectos adversos, la hacen cada día
más recomendable. A todo esto hay que añadir una relativa sencillez en su
manejo, que no debe ser confundida con superficialidad en su estudio y praxis,
hecho que ocurre con bastante frecuencia.
Esta
disciplina opera en todos los planos vitales del ser humano, emocional, mental,
físico y espiritual, ayudando a corregir patrones negativos que han generado o
generarán las enfermedades.
Al
ser una terapia holística (que cubre todos los aspectos de la naturaleza
humana), puede ayudar en el tratamiento de todas las enfermedades en todos sus
estadios, ya sea sola o con otras terapias (incluida la alopática), abarcando
desde los síntomas físicos más materiales hasta los trastornos sutiles más
incipientes que a posteriori generarán la enfermedad somática (física) o
psíquica.
Hay
diversos motivos que han contribuido a que la terapia floral sea cada vez más
conocida, entre los que podemos citar:
- Carencia de efectos secundarios
- Compatibilidad con cualquier medicación y terapia
- Bajo coste del tratamiento
- Ser totalmente natural
- Imposibilidad de sobredosificación
- Relativa facilidad de manejo y aprendizaje
- Seguridad avalada por más de 60 años de uso
- Actuación en la causa real de la enfermedad
- Instrumento de evolución personal indiscutible
- Importante
papel preventivo
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