La Terapia
Floral es una medicina natural, descubierta por el Dr. Edward Bach (1886-1936),
médico inglés, aconsejada por la Organización Mundial de la Salud en 1973 e
incluida ya en los servicios de sanidad pública de algunos países (Cuba, Chile
o Francia entre otros).
Las Flores
de Bach son extractos de 38 plantas que actúan sobre el plano emocional en
primera instancia, corrigiendo aquellas situaciones que no son naturales en
cualquier ser vivo. No tienen efectos secundarios ni pueden producir
sobredosificación.
En los
seres humanos, esta terapia va más allá, ayudándonos a darnos cuenta de las
pautas de pensamiento que no nos están funcionando y cambiándolas por nuevos
patrones en función de nuestras nuevas situaciones de experiencia vital.
En el caso
de los animales, se hace más patente la inexistencia de efecto placebo, ya que
el resultado en los tratamientos realizados en el reino animal son
espectaculares, lo que nos indica que no hace falta creer o no creer en lo que
estamos tomando, funcionan perfectamente, siempre y cuando acertemos en el
diagnóstico y tratamiento.
Los
trastornos emocionales de los animales, sobre todo los domésticos, que conviven
permanentemente con nosotros, pueden derivarse de varias causas:
-
Cuando el animal ha sufrido
maltrato, ha sido abandonado, herido o amenazado constantemente. Sería el caso
de traumas, estrés post-traumático, pánico, shock, etc.
-
Otra causa se produce cuando
“adopta” los mismos trastornos emocionales que padecen las personas que
conviven con ellos. Así, será muy fácil que unos dueños temerosos, conviertan a
sus mascotas en animales temerosos, o que personas irritables o nerviosas,
tengan animales con esa misma condición. En este caso es importante un cambio
de actitud por parte de sus cuidadores e incluso la posibilidad de acompañar a
la mascota en la terapia, tomando sus propias fórmulas florales para facilitar
el cambio más rápidamente.
-
Otro motivo es cuando son el
centro o juguete de la familia y aparece una nueva situación que los relega a
un segundo plano, hablamos de celos, miedo a nuevos ambientes, falta de
protagonismo, enfado, etc.
En todos
los casos, la solución a esta situación no pasa por la curación física del
animal, sino que hay una herida más profunda, que si no es eliminada desde la
causa original que inició el conflicto, puede acompañarlos durante toda su
vida. Este es el caso sobre todo, de animales abandonados o maltratados.
Aquí es
donde la Terapia Floral tiene éxito. Es un acompañamiento extraordinario en estos
casos en que el animal, además de curarse físicamente debe también sanar
heridas emocionales. El trabajo combinado del veterinario y el terapeuta floral
produce unos resultados de mejoría que se ven multiplicados en rapidez y
efectividad.
Desde hace
más de 60 años se está trabajando con las Flores de Bach dirigidas a personas,
animales y plantas en muchísimos países, incluso ya hay estudios científicos al
respecto y los resultados en cualquier caso, son impresionantes. En Inglaterra,
cuna de la Terapia Floral, hay miles de casos documentados y avalados por expertos en el tratamiento de animales.
En mi
experiencia personal, durante los años que llevo como terapeuta he tratado a
perros, gatos, caballos e incluso aves heridas, y sólo puedo alabar las
cualidades de esta herramienta terapéutica:
-
Es cómoda: el terapeuta
diagnostica a través de la observación el conflicto a tratar y realiza al
momento la fórmula adecuada y personalizada para el animal, en formato de
gotas, que sólo tendrán que ser administradas con la frecuencia que se
determine según la gravedad o no del asunto por parte de las personas que
convivan con el animal.
-
Es económica: el tratamiento puede
llegar a durar un mes o dos, según determine el terapeuta.
-
Es complementaria a otros
tratamientos realizados por el veterinario, y nunca va a interferir o anular
los efectos de ningún fármaco o medicamento que tenga que tomar.
-
Es rápida en actuación. La
terapia floral no suele alargarse en el
tiempo más allá de tres meses, salvo en casos muy excepcionales.
-
Es efectiva. La mayoría de las
veces el animal no vuelve a “recaer” en el mismo conflicto emocional a no ser
que se produzca una nueva circunstancia en su entorno que lo provoque.

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