Louise Hay siempre hablaba de la gratitud, decía que, todas
las noches o por la mañana al despertar, diéramos gracias por todo,
absolutamente todo, desde el sol que entra por la ventana, al plato donde poner
la comida. También un maestro de Metafísica muy conocido, siempre dice que demos
gracias cada vez que vayamos al baño, porque, eso que hacemos de una forma tan
mecánica, es un acto que libera al cuerpo de lo que no necesita, otra manera
más de manifestar esa Inteligencia Divina que nos mantiene saludables.
Aunque la fiesta de Acción de Gracias es de origen
americano, es una de las celebraciones que más me gusta celebrar. Es un
recordatorio de todos los bienes y bendiciones que recibimos a diario y que a veces
nos pasan desapercibidos: el aire, la luz, el sonido, las manos con las que
estoy escribiendo este post, los ojos con los que veo lo que escribo, los
alimentos que me nutren a diario, las mariquitas, libélulas y mariposas que me
parecen bellísimas, todos los videos de animalitos que me enternecen y me han
convertido en vegetariana, los amaneceres y atardeceres que hacen que suelte un
suspiro, el mar que hace que me lata el corazón al ritmo de las olas… todo en
una bella y perfecta sinfonía.
Para terminar y desde lo más profundo de mi ser, doy las
gracias a mis padres que me han dado la vida, a mi hija, que siempre me llena
el corazón de amor, a toda mi familia, porque sin raíces, ningún árbol se
sostiene y, a todas las personas que han pasado por mi vida, enseñándome a ser
mejor persona.
Como dijo Violeta Parra, GRACIAS A LA VIDA, QUE ME HA DADO
TANTO.
Salud Zárate
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